lunes, 10 de febrero de 2014

Sons of Kemet @ Bimhuis

"It was the unveiling of a group with a unique take on jazz, Caribbean folk music and African Diasporan history".


Era una noche lluviosa y no tenía nada que hacer en casa. Tan solo pensar que a falta de plan me tuviese que postrar en cama desde muy temprano, decidí envalentonarme y agarrar mi bicicleta para tratar de llegar lo menos mojado a al Bimhuis una de mis salas favoritas. El Bimhuis es un espacio para el jazz que pertenece al Muziekgebouw de Amsterdam. Es un lugar pequeño y acogedor, con unas 100 butacas dispuestas en semi-circulo alrededor del escenario. Los mejores atributos del lugar es su excelente acústica y que detrás del escenario hay unas ventanas enormes con una vista fenomenal de la ciudad.

Llegué semi empapado y con escasos minutos para que empezara el concierto. Afortunadamente todavía había boletos. Esa noche: Sons of Kemet presentándose por vez primera en Amsterdam. Fui al bar a comprarme una cerveza y me sorprendió que la sala estuviera medio vacía, casi desértica. Nunca la había visto así. Supuse que el frío y la lluvia habían encerrado a la gente en casa.

Así pues, con cerveza en mano y ya sin mis ropas mojadas agarre un "spot" en medio del escenario. Solo unas cuantas almas aqui y alla. Pronto las luces se atenuaron y los hijos de Kemet subieron al escenario acompañados de unos cuantos aplausos. La primera impresión que tuve fue la muy peculiar alineación de este cuarteto: dos baterías, un clarinetista/saxofonista y una tuba... nunca había escuchado una tuba fuera de una orquesta clásica.



Las luces disminuyeron casi hasta apagarse. Poco a poco un sonido parecido al de un elefante emergió de la penumbra. En esos pocos segundos y con esas primeras notas supe que estaba a punto de escuchar algo enorme. Dicho y hecho, estos músicos son gigantes. Tienen una mezcla que va desde el jazz hasta ritmos latinos, pasando por compases de reggae y de calipso en una fusión e interpretación virtuosas.



En el saxo y clarinete esta el líder del cuarteto, el negrito que se llama Shabaka Hutchings, en una de las baterias está Seb Rochford (el loquito del afro que también  es lider de Polar Bear), en la otra batería esta Tom Skinner (tambien con un proyecto llamado Hello Skinny) en la tuba Oren Marshall que ese día no tocó porque tuvo que regresar a Londres de emergencia y en su lugar lo había sustituido un tubista belga llamado Michel Massot.

Michel Massot es un personaje demasiado bizarro y un músico INCREIBLE. Tuve la oportunidad de platicar con él en el intermedio y me comentó que suele tocar con unas 6 o 7 bandas belgas y francesas y que por eso no le había resultado nada difícil incorporarse a Sons of Kemet un día antes de su presentación en el Bimhuis... y yo con cara de idiota reafirmando la genialidad de éste tío. Una de las bandas para las que toca es Trio Massot, échenle una oreja.

sábado, 1 de febrero de 2014

Hypnotic Brass Ensemble @ Rotterdam

El otro día, platicando con mi compa Tomas Quiroga que aparte de ser un grandísimo fotógrafo es un excelente músico y un melómano de hueso colorado, me recomendó esta excelente banda de "Brass" de Chicago.

El Hypnotic Brass Ensemble se compone de 10 músicos; seis vientos-metales, dos percusionistas y un bajista. Ocho de estos integrantes son hermanos e hijos del trompetista Phil Cohran quien es conocido por haber formado parte de la Sun Ra Arkestra de Chicago.

Gracias a Spotify y a una excelente aplicación llamada Songkick Concerts recibí la noticia de que el Hypnotic Brass Ensemble venía a Holanda, a un bar en Rotterdam llamado " BIRD " (excelente lugar). Sin pensarlo dos veces compré mi boleto y me fui "pallá".

El concierto duró aproximadamente dos horas y vaya-vaya... que buenos son estos hijos de puta. Más de dos veces sentí ese espinazo, el escalofrió recorriendo mi espalda, la extraña sensación de cuando la música no solo se escucha sino se siente. Hace tiempo que no iba a un concierto en el que la banda saliera a escenario a dejarlo todo y a conquistar a su publico como es debido y en definitiva estos boros lo traen todo, son unas máquinas.

Ahí se los dejo de tarea: una probadita del HBE pa´ que se pongan a echar el bailongo a gusto.


domingo, 1 de diciembre de 2013

The End of the Game

La traducción al prefacio del libro "The end of the game" de Peter Beard, uno de mis fotógrafos favoritos. Lo escribe Paul Theroux.

Prefacio
Hace 50 años, Peter Beard fue a África y se encontró a si mismo en un Edén violado. África lo poseyó así cómo hace con aquellos que se han preguntado alguna vez quienes éramos, como humanos en nuestra época más heroica, prosperando como cazadores. La África que vio fue la África que me transformo a mi unos años más tarde-y transformo a muchos otros. "Antes del Congo, yo era un mero animal", escribió Joseph Conrad. La obra que Beard nos dejó de su despertar, El fin del juego, con sus inolvidables imágenes, le da un significado a la palabra presciencia; y sigue siendo una clara advertencia sobre los humanos y los animales ocupando el mismo dramático espacio. "La trágica paradoja de la invasión del hombre blanco. Entre más rápido se adentraba en África, más rápido la vida se escabullía de ahí, de las planicies y de los arbustos hacía las ciudades. "


El Este de África no es un lugar bonito en el estricto sentido de la palabra. Es un monumento de paisajes elementales y poderosos. El África que Beard vio, aún entonces, en sus incipientes y casi imperceptibles estados de corrupción, abundaba en animales, estaba poco poblada, muy poco urbanizada y era auto-suficiente. Años después, la presión de las poblaciones humanas sobre la vida animal y sobre la tierra misma, se volvió notoria en un continente frágil y vacilante. Beard entendió desde el principio que "la armonía y el balance" en África había sido trastornado.


Mezcla de su vida personal con la historia de África, Beard  evocó de forma vívida la construcción de las vías de tren entre Mombasa y Nairobi. Teddy Roosevelt la llamo "Una vía a través del pleistoceno" en su libro Senderos de Juego en África (1910). Roosevelt, una especie de demonio gemelo al Noé de la biblia, cazaba y mataba a dos (a veces 18) animales de cada especie que pudiese encontrar entre la costa de Kenya hasta los pantanos al sur de Sudán (una bolsa con 512 criaturas). Él escribió: "La tierra está llena con bestias de persecución, infinitas en número..."

Theodore Roosevelt en un safari en África
"Infinito" es el tipo de hipérbole que afecta a muchos viajeros engañados en África. El poderoso mensaje de El fin del juego es que los animales son finitos, que la urbanización es una luz mortecina y que una riña caótica es inminente.  Casi todo lo que Beard predijo se cumplió, pero ni el mismo pudo imaginar la abominación de ciudades en las que se convirtieron aquellas del Este de África - desordenadas, densas con decadencia, reguladas tanto por el crimen que son casi inhabitables.

Y ahora África, "bañándose en el sol más antiguo", es un feliz patio de recreo para los mitómanos, los rockstars, los misioneros con fe de vender, el comprador de niños, el narcotraficante, los periodistas, los forjadores de imperios, el mercader de diamantes, el ejecutivo del petroleo, el explorador, el traficante de esclavos, el eco-turista, aquél con sed de aventura, el colonizador, el banquero, el gilipollas, el bucanero, el pirata y tu primo el voluntario de los Cuerpos de Paz.

Estas personas han estado entrando y saliendo del continente desde el principio del siglo 19°. Un común denominador para este surtido de visitantes foráneos -pestes con mentes elevadas y explotadores por igual- es su deseo de transformarse a si mismos mientras claman que quieren cambiar a África. Como dijo Beard, todas las personas erróneas.

El fin del juego no es tanto un libro de vida-salvaje sino un libro sobre el engaño humano, tan importante ahora como cuando recién se publicó. Extraño entre los visitantes de África, Beard fue simplemente para aprender y crecer. Porque era esencialmente un observador, de vista paciente y afilada, no un revoltoso sin agenda, fue capaz de ver un proceso que muchos perdieron de vista, de la convergencia entre las personas y los animales. Una de las grandes virtudes de su libro y de su valor imperecedero, es que no toma ninguna política.  Se concentra en una visión única de lo vivo y lo muerto, predadores y presas. Beard fue fiel a lo que vio- y la verdad es lo que lo convierte en profético.

- Paul Theroux 2007